Benizalón
Situación Geográfica
Con una extensión de 2,89 km2 y una altitud media de 935,8 m. y a 60 km. de la capital, Benizalón está enclavado en la majestuosa Sierra de Filabres, en el falso y accidentado valle que se forma entre los montes Picachón, el mítico Monteagud y el encumbrado Cerro Magregorio, desde donde se ven las sierras de Gádor, Nevada, Almagrera, Segura y los Vélez.
Cuando el viajero aventurero de lo insólito cruza la cumbre y divisa junto al monte, suspendido en el pequeño valle, los descendentes tejados de Benizalón, tiene que pararse a contemplar tan bello paisaje entre el aroma, casi permanente, de albaida, romero y tomillo.
Sus buenas gentes gozan de un clima moderado, con lluvias de primavera-otoño y algunos años de nieve, haciendo de Benizalón un lugar envidiable en cualquier época del año. Los vientos son conocidos como «la Tramontana» y «el Morisco»; este último es el que trae las lluvias. Destacable por atravesar gran parte del término municipal, la llamada rambla de Benizalón (aparece en el Apeo con el nombre de Barranco Principal) es la encargada de canalizar las aguas de escorrentía de los núcleos montañosos que la rodean hasta la desembocadura en el río de Aguas. El propio barranco, el arroyo que se dirige al río Almanzora y la rambla de los Pajares nutren de agua potable a los vecinos, destacando la fuente del caño con un agua fresca y de gran calidad.
Historia
Nuestros Orígenes
Entre las primeras reseñas que encontramos dignas de mención, por la posterior trascendencia del lugar, serían los acontecimientos ocurridos durante la revuelta morisca, que se había iniciado en las Alpujarras granadinas y se fue extendiendo por los lugares poblados de moriscos en Almería.
Terminada la contienda, los moriscos fueron expulsados masivamente fuera del reino de Granada, dejando desoladas y en abandono las casas y tierras del término. Después de la expulsión de los moriscos, pertenecía al Estado de Tahalá del señorío jurisdiccional de don Enrique Enríquez de Guzmán, que comprendía algunos pueblos de la actual provincia de Granada, con la casa solariega situada en Baza y, en la actual Almería, Alcudia de Monteagud, Benizalón, Tahal, Lucainena de las Torres.
Posteriormente, Benizalón pasó a formar parte del señorío del Marqués de Aguilafuente. Uno de los maestros que me precedieron en la Escuela del pueblo, don Juan García Berbel, tuvo la oportunidad de encontrarse y conocer «en un domingo de cálido otoño en Benizalón» a uno de los más brillantes y controvertidos escritores de la joven narrativa contemporánea española, Ignacio Aldecoa, conocido por su afición a visitar lugares olvidados. Acompañado de su novia Josefina y otros amigos se interesaban por la cultura, el habla, los dichos y las costumbres; improvisaron un guiñol, parodias, recitales y un baile en la plaza con participación activa de numerosos vecinos que se desplazaron al lugar para ver el insólito espectáculo.
Se dice en el escrito que «miraban embelesados la silueta vespertina del Cerro de la Virgen bajo su encaje de estrellas que iluminaban la cenefa de las cumbres desiertas»; la cena a base de bellotas asadas, queso de cabra, jamón bien curado con los aires de la sierra, embutidos caseros y una ensalada de berros, acompañada de una jarra de vino blanco del país que brillaba como el oro; la marcha, en burro al despuntar el sol y una tarjeta escrita para el maestro que decía ¡Gracias Benizalón!.
Pero la realidad para los 300 habitantes de la actualidad no es tan romántica; viven en 275 viviendas, encontrándose bastantes en estado ruinoso o deshabitadas.
Si comparamos la situación actual de retroceso demográfico con la situación en el año 1948 (M.A.T.), con una población de 895 personas en 159 familias y 266 viviendas, o el censo de 1989, que contaba con una población de 448 personas, de las que 60 eran población activa, 37 buscaban su primer empleo; había 70 escolares; 78 amas de casa, 112 jubilados, etc.
Es fácil entender las dificultades de supervivencia por la que están pasando estos pequeños pueblos de Los Filabres. Actualmente Benizalón cuenta con 328 habitantes, 160 menos que en 1970.
Economía
Respecto a la actividad económica es un pueblo en decadencia como consecuencia de la masiva emigración de los años sesenta, de la falta de modernización de una agricultura paralizada en los sistemas de producción más arcaicos, falta de agua, el no contar con mano de obra joven, etc.
Con un estudio sobre concentración parcelaria e impulso del cooperativismo, de acuerdo con los pueblos vecinos, sus tierras podrían ser más rentables para la producción de almendra y pastos para la ganadería.
Su escasa riqueza se centra en los productos derivados de la cría del ganado cabrío, almendra y aceite de oliva, considerándose de suma importancia económica el complejo agrario y almazara situada en el Olivar Seco que ya aparecía como centro relevante de producción en el Apeo de 1.571, por las nuevas repoblaciones de almendros, olivos y viñas. Es la única parte del término con cierta pujanza económica.
La repoblación de árboles y plantas autóctonas (acebuche, encinas, cerezos, algarrobos...) realizadas con las subvenciones de la Unión Europea.
La repoblación de particulares a través de empresas concesionarias que buscan una rápida rentabilidad están empezando a dinamizar algo la zona; la producción de leche y carne de ganado caprino y el futuro turismo rural de calidad en las segundas líneas de playa con calidad medio-ambiental, tranquilidad y belleza paisajística puede ser la solución a su no desaparición como centro urbano.
Gastronomía
Migas. Puchero. Caldo de huevos. Gurullos (pasta de harina, agua y aceite que se desmenuza formando unas bolitas o granos).
Acelgas esparragadas. Remojón. Pelotas. Choto a la pastoril. Trigo guisado. Fritada de sangre. Hornazo.
Dulces: Roscos de aguardiente. Roscos de naranja. Almendrados. Suspiros.
Rutas Turisticas
Entre montañas y bajo un mirador natural desde el que se tiene la impresión de dominarlo todo (las sierras Nevada, de Gádor, Alhamilla, Cabrera, Almagrera, de María y de Segura), Benizalón cae sobre la amplia hondonada aprovechando el tramo más suave de la pendiente en medio de un paisaje también suave de salpicado arbolado en el que el ocre y el verde alternan el panorama abancalado.
Atrae su visión desde lo alto y atraen, una vez abajo, las calles amoriscadas de un pueblo tranquilo que trae a la vista el casi permamente recuerdo de la Andalucía árabe y la de sus sucesores, hasta el punto aquí que uno d elos vientos, y justo el que trae la lluvia y, por lo tanto, el principio de vida, se llama "el morisco", como si una vez más la memoria colectiva y su incosnciente quisieran recordar el antes y el después de una era. La planta misma del pueblo, sus rincones, hasta su iglesia (de torres construídas sobre el antiguo minarete y artesonado mudéjar) dicen del pasado morisco de las entrañas de esta sierra cargada de parajes y rincones sorprendentes.